Yo sé que todo cambia,
que nada se detiene,
ni un árbol se detiene
y aun la piedra es viajera.
La soledad no existe,
el mundo es compañía.
Ni la muerte
está sola.
Todo lo que es, es lucha.
Soy inmortal, pues paso.
Sólo
la estatua queda.
Y aun ella se mueve.
En vano os empeñáis
en detener la historia.
¡Sé que llegará el día!
También lo sabe el sol.
«El optimismo histórico», de Raúl González Tuñón
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